El año pasado me quejaba de que el número 11 es una sosería sin ningún interés. ¿Qué ha hecho ese número por la humanidad, aparte de ser una mierda de primo más? Y para primos el 7, que es a tope de místico; o el 3, que suele ser santísimo. Pero ¿el 11? Bah, a lo sumo un equipucho de fútbol.
Ahora bien, el 12 es algo muy distinto, amigos míos; ante el 12 tenemos que quitarnos el sombrero. Porque, vamos a ver: Doce son las tribus de Israel, y los apóstoles de Cristo, y los caballeros de la Mesa Redonda, y los Pares de Francia del Rey Carlomagno, y los trabajos de Hércules, y las tablas de la epopeya de Gilgamesh, y los profetas mayores del Antiguo Testamento, y las pértigas de la barca de Gilgamesh, y los hijos de Jacob, y los dioses del Olimpo, y los meses del año, y las teclas de función de vuestros teclados, y las pulgadas de un pie, y las veces que gira la Luna en torno a la Tierra en un año, y los signos del zodiaco... El doce es tan poderoso que controla el tiempo. ¿Sabéis por qué los minutos tienen sesenta segundos y las horas sesenta minutos? Porque así lo decidieron los babilonios, cuyo sistema numérico era de base 60. Y 60 es 5 X 12. Y por eso los días tienen 24 horas, que son 2 X 12. Es un número, además, de lo más redondo. ¿En cuántos grados se divide una circunferencia? En 360º; que es 12 X 30.
Ha quedado claro que doce es un número con pedigrí, ¿no? Un número importante, cool, aristocrático.
Pues bien, queridos merodeadores, hoy se cumple el duodécimo cumpleaños de La Fraternidad de Babel. Doce años charlando de todo y de nada, doce años divagando, doce años de tertulia en un viejo café.
Aprovechando tan solemne ocasión, quiero deciros dos cosas: En primer lugar, pediros perdón. El año pasado fue desastroso para mí. Primero una enfermedad que me tuvo de médico en médico, y luego, en julio, el incidente con la ducha de un hotel en el que me fracturé la cadera. Operación quirúrgica, inmovilidad, silla de ruedas, muletas y más médicos. Mi trabajo se retrasó y, además, con todo ese follón incumplí mi propósito de colgar una entrada semanal. El año pasado subí treinta y este año serán veintitantas.
Pero no me disculpo por haber publicado menos, sino porque muchas veces no he respondido a vuestros comentarios, y eso es de muy mala educación. Me consta que al menos un merodeador ha dejado el blog, cabreado porque no le respondía. De verdad que lo lamento. Se me juntaban las visitas médicas, los análisis, las pruebas, la rehabilitación, el trabajo atrasado, y no tenía la cabeza en Babel (ni en ninguna otra parte). He sido desconsiderado y me disculpo por ello. Sorry.
La otra cuestión ya la comenté en la anterior entrada. Con la sorprendente proliferación de gilipollas que creen que la Tierra es plana, me he visto obligado a hacer un cambio. En la entradilla del blog decía (de coña): “En colaboración con la Sociedad de Amigos del Movimiento Perpetuo y la Tierra Plana”. Pues bien, he quitado lo de la “Tierra Plana” (no vaya a ser que me confundan con un chalado) y he dejado sólo lo del “Movimiento Perpetuo”. Hasta que aparezca un grupo de descerebrados afirmando que la Segunda Ley de la Termodinámica es una conspiración de los illuminati.
En fin... Al menos este año, por segunda vez consecutiva, ya he acabado el cuento de Navidad y no ando de cabeza escribiéndolo en el último momento. Se llama “La historia del indiano”.
Eso es todo, amigos. ¡Feliz cumpleaños!